EUROPA
PRESS
4 abril
2018
Describen
nuevos biomarcadores que abren la puerta a la
detección temprana del Alzheimer
Una investigación internacional
realizada por el Centro Nacional de Investigación Geriatría y Gerontológica de Japón, con la colaboración de las
Universidades Complutense y Politécnica de Madrid, a través del Laboratorio de
Neurociencia Cognitiva y Computacional (LNCyC) del
Centro de Tecnología Biomédica (CTB), ha descrito nuevos biomarcadores
que podrían ayudar a diagnosticar el Alzheimer años antes de los primeros
síntomas cognitivos.
Concretamente, los resultados, recién publicados en la
revista 'Brain', describen una nueva serie de biomarcadores que caracterizan las etapas iniciales de la
enfermedad cuando aún no es apreciable ningún deterioro cognitivo.
La investigación, en la que han participado los profesores
de la UCM Fernando Maestú, Alberto Fernández y
Ricardo Bajo, así como Pablo Cuesta, primer coautor, de la UPM y vinculado
también a la Universidad de La Laguna con una ayuda Juan de la Cierva de
formación, se enmarcada dentro un macroproyecto del estudio del envejecimiento
del Gobierno de Japón.
El estudio consistió en el análisis de la actividad cerebral
en reposo de 38 personas cognitivamente sanas y 28 pacientes con deterioro cognitivo
leve. Además del estudio con magnetocefalografía
(MEG) y de la evaluación de su estado cognitivo, todos los participantes
pasaron escáneres de resonancia magnética (RM) y escáner con tomografía por
emisión de positrones (PET), de forma que de todos ellos se conocía el grado de
integridad estructural, el nivel de acumulación de placas de beta-amiloide, y el consumo metabólico de sus cerebros.
En base al estado cognitivo, los participantes fueron
separados en sujetos sanos (CN) y pacientes con deterioro cognitivo leve (DCL).
Estos 2 grupos fueron a su vez segregados gracias a la información obtenida de
los análisis de RM y PET en 2 categorías, con (positivos) y sin (negativos)
anomalías neurobiológicas compatibles con la EA. Los resultados de los análisis
mostraron que es posible distinguir entre los 4 grupos usando únicamente la
información obtenida de la MEG.
En particular, la actividad electrofisiológica de la región
frontal del cerebro mostró ser fundamental a la hora de clasificar los sujetos
de los diversos grupos. Los participantes con indicios neuropatológicos de la
enfermedad de Alzheimer exhibieron una mayor actividad oscilatoria cerebral de
alta frecuencia en esa región que aquellos sin indicios de la enfermedad.
Además, los pacientes DCL positivos manifestaron a su vez una mayor actividad
oscilatoria a baja frecuencia que los sujetos CN positivos, constituyendo dicho
incremento en un marcador de la progresión de la EA.
"Este resultado a su vez mostró estar estrechamente
relacionado con una reducción del volumen de la corteza entorrinal
y con el decremento de la actividad metabólica en el precuneus,
dos de los biomarcadores más comúnmente asociados con
el inicio de la enfermedad de Alzheimer", señalan.
Esta investigación abre, con un conjunto de biomarcadores específicos y mínimamente invasivos,
"nuevos caminos hacia la identificación de los cambios cerebrales que
acontecen en las etapas iniciales de la EA, en especial aquellos asociados al
comienzo del proceso de acumulación de placas de beta-amiloide,
el primer y principal biomarcador de la
enfermedad".
Nuevas técnicas de
detección
La demencia es el síndrome definido por un menoscabo de la
función cerebral que va más allá de lo que podría considerarse una consecuencia
del envejecimiento normal y que limita la independencia de las personas en sus
actividades cotidianas. A menudo, demencia y enfermedad de Alzheimer son
términos usados de manera indistinguible, cuando lo cierto es que el Alzheimer
es sólo una de las enfermedades neurodegenerativas, la más frecuente pero no la
única, que ocasionan demencia en edades avanzadas.
Esta confusión viene dada por la dificultad para discernir
qué enfermedad en particular causa los síntomas cognitivos del paciente,
ocasionando que ante la aparición de un deterioro de las funciones cerebrales
-comúnmente de la memoria-, el Alzheimer sea el diagnóstico más común.
El problema estriba en que generalmente los síntomas
cognitivos aparecen en etapas tardías de las enfermedades y suelen estar
causados por la existencia de un daño neuronal extenso y a menudo irreversible.
En el caso del Alzheimer, se sabe que los primeros indicios de la enfermedad se
dan en torno a 20-25 años antes de la aparición de los primeros síntomas
cognitivos.
Según explican los investigadores, estas alteraciones
iniciales consisten en acumulaciones anómalas de un cierto tipo de proteínas en
el cerebro (placas de amiloide y ovillos neurofibrilares) que únicamente son detectables mediante
técnicas muy invasivas para el paciente, como la punción lumbar o el escáner
con tomografía por emisión de positrones.
El esfuerzo de la neurociencia actual está enfocado en la
búsqueda de nuevas técnicas que permitan detectar esas primeras alteraciones
cuando aún es posible tomar medidas preventivas. Para ello se han creado
equipos multidisciplinares, capaces de estudiar la neuropatología de la
enfermedad de Alzheimer desde diferentes puntos de vista. Este enfoque permite
aunar información obtenida con diversas modalidades de neuroimagen, como el
citado PET, la RM o la MEG, una técnica mínimamente invasiva capaz de medir
directamente los campos magnéticos extracraneales asociados a la actividad
neuronal.